Patrick Süskind, el conocido autor de la novela El perfume, ha escrito esta novela, de apariencia juvenil -más todavía si tenemos en cuenta que va acompañada de las ilustraciones de Sempé-, pero que plantea temas serios y profundos, aunque vistos por la perspectiva de un niño protagonista del que no conocemos el nombre.
Comienza contándonos algunas peripecias de su infancia, de la época en la que aún se subía a los árboles, pero pronto reconoce que no quiere hablar de él mismo, sino del señor Sommer, el personaje que da título a la novela: "a menos de dos kilómetros de nuestra casa, vivía un hombre llamado "señor Sommer". Nadie sabía cuál era su nombre de pila, ..., ni si era doctor Sommer o profesor Sommer, o profesor-doctor Sommer -se le conocía únicamente por el nombre de "señor Sommer". Nadie sabía tampoco si el señor Sommer ejercía un oficio o profesión, si lo tenía siquiera o lo tuvo alguna vez..." Y poco más vamos a saber a lo largo de la obra de este personaje, un hombre que se pasaba el día andando de un lado para otro. "Desde por la mañana temprano hasta la noche, el señor Sommer no paraba de andar. No había en todo el año ni un solo día en el que el señor Sommer no saliera a caminar. Ya nevara o granizara, tronara o lloviera a cántaros, abrasara el solo o se acercara un huracán, el señor Sommer estaba de excursión".
Y al hilo de las idas y venidas del señor Sommer, el joven protagonista nos va devanando la historia de su infancia, jalonada por unos cuantos episodios clave: su deseo de volar cuando se subía a los árboles, sus primeros amores, su aprendizaje con la bicicleta, sus clases de música -en una de las aventuras más graciosas del libro-, hasta llegar a un punto final en el que el joven madura como fruto de un proceso natural y de un encuentro decisivo con el señor Sommer, un ¿protagonista? diferente que aparece y desaparece en algunos momentos decisivos de la novela, como en la parte final.
La novela se lee con facilidad porque su estilo discurre con un ritmo vivo como los pasos del señor Sommer. Aunque se publicó ya hace unos años -en 1991- no ha perdido su vigencia y de hecho yo he ido a la novela después de ver una excelente adaptación teatral -un monólogo- (Sommer jaunaren istorioa) en la que un actor recrea la infancia del protagonista y las andanzas del señor Sommer con acierto, dándole el tono agridulce que se puede vislumbrar en el relato.
Comienza contándonos algunas peripecias de su infancia, de la época en la que aún se subía a los árboles, pero pronto reconoce que no quiere hablar de él mismo, sino del señor Sommer, el personaje que da título a la novela: "a menos de dos kilómetros de nuestra casa, vivía un hombre llamado "señor Sommer". Nadie sabía cuál era su nombre de pila, ..., ni si era doctor Sommer o profesor Sommer, o profesor-doctor Sommer -se le conocía únicamente por el nombre de "señor Sommer". Nadie sabía tampoco si el señor Sommer ejercía un oficio o profesión, si lo tenía siquiera o lo tuvo alguna vez..." Y poco más vamos a saber a lo largo de la obra de este personaje, un hombre que se pasaba el día andando de un lado para otro. "Desde por la mañana temprano hasta la noche, el señor Sommer no paraba de andar. No había en todo el año ni un solo día en el que el señor Sommer no saliera a caminar. Ya nevara o granizara, tronara o lloviera a cántaros, abrasara el solo o se acercara un huracán, el señor Sommer estaba de excursión".
Y al hilo de las idas y venidas del señor Sommer, el joven protagonista nos va devanando la historia de su infancia, jalonada por unos cuantos episodios clave: su deseo de volar cuando se subía a los árboles, sus primeros amores, su aprendizaje con la bicicleta, sus clases de música -en una de las aventuras más graciosas del libro-, hasta llegar a un punto final en el que el joven madura como fruto de un proceso natural y de un encuentro decisivo con el señor Sommer, un ¿protagonista? diferente que aparece y desaparece en algunos momentos decisivos de la novela, como en la parte final.
La novela se lee con facilidad porque su estilo discurre con un ritmo vivo como los pasos del señor Sommer. Aunque se publicó ya hace unos años -en 1991- no ha perdido su vigencia y de hecho yo he ido a la novela después de ver una excelente adaptación teatral -un monólogo- (Sommer jaunaren istorioa) en la que un actor recrea la infancia del protagonista y las andanzas del señor Sommer con acierto, dándole el tono agridulce que se puede vislumbrar en el relato.